El Partido Laborista de Noruega, liderado por Jonas Gahr Støre, logró este lunes un segundo mandato consecutivo tras imponerse en las elecciones generales. A pesar del crecimiento de las fuerzas de derecha, el laborismo se posicionó como la fuerza más votada con el 28,2 % de los votos y 53 escaños, mejorando su resultado respecto a los comicios de 2021.

Con la mayoría de los votos escrutados, se abre la posibilidad de que Støre forme una mayoría parlamentaria mínima (con 85 de los 169 escaños) si consigue el respaldo de cuatro partidos menores de centroizquierda.

La jornada electoral registró una participación del 78,9 %, una de las más altas en los últimos años, reflejando un fuerte interés ciudadano por el rumbo político del país.

El auge de la derecha no pasó desapercibido

El Partido del Progreso, de orientación populista y con una marcada postura antiinmigración, obtuvo un importante avance al alcanzar casi el 24 % de los votos y 48 escaños, duplicando su representación respecto a las elecciones anteriores. Su líder, Sylvi Listhaug, fue una de las protagonistas de la campaña con un discurso centrado en seguridad y control migratorio.

Una campaña que giró de lo internacional a lo económico

Si bien la campaña comenzó enfocada en la política exterior —especialmente por las guerras en Gaza y Ucrania—, en los días previos a la votación los temas económicos cobraron protagonismo, como el aumento del costo de vida, el futuro de la industria petrolera y una reforma al impuesto sobre el patrimonio que ha motivado la salida de varios noruegos hacia países como Suiza.

Contexto europeo: una excepción a la regla

La victoria del laborismo noruego se produce en contraste con la tendencia general en Europa, donde partidos de derecha y ultraderecha vienen ganando terreno.

En Alemania, por ejemplo, el partido ultranacionalista Alternativa para Alemania (AfD) obtuvo importantes resultados en elecciones regionales, pese a haber sido calificado como “anticonstitucional” por el propio servicio de inteligencia del país.

La Agrupación Nacional en Francia, el gobierno de Giorgia Meloni en Italia, el ascenso de la extrema derecha en los Países Bajos y la coalición de gobierno en Suecia, donde participan fuerzas de ultraderecha, consolidan el giro hacia la derecha en varias democracias europeas.

Frente a ese escenario, Jonas Gahr Støre destacó en su discurso que “aunque la derecha crece en Europa, la izquierda aún puede ganar cuando ofrece respuestas concretas a los problemas reales de la gente”.