El expresidente de Brasil, Jair Bolsonaro, se encuentra en el centro de un juicio histórico ante el Supremo Tribunal Federal (STF), acusado de liderar un intento de golpe de Estado y buscar la anulación de las elecciones de 2022, en las que fue derrotado por Luiz Inácio Lula da Silva.
El proceso judicial, que se desarrolla entre el 2 y el 12 de septiembre, ha entrado en su fase final y podría marcar un precedente en la historia democrática de Brasil. De ser hallado culpable, Bolsonaro se convertiría en el primer exmandatario brasileño condenado penalmente por atentar contra el orden democrático.
Acusaciones y avances del juicio
Bolsonaro enfrenta cinco cargos graves: tentativa de golpe de Estado, abolición violenta del Estado democrático de derecho, organización criminal, daño al patrimonio público y deterioro de bienes protegidos. La Fiscalía General estima que, de ser condenado, podría enfrentar hasta 40 años de prisión.
Hasta el momento, dos de los cinco jueces del panel ya han votado a favor de condenarlo: Alexandre de Moraes, relator del caso y uno de los principales blancos del presunto complot, y el magistrado Flávio Dino. Un tercer voto en la misma dirección sería suficiente para formar mayoría y declarar a Bolsonaro culpable.
Según el juez Moraes, Bolsonaro intentó instaurar una dictadura tras su derrota electoral, liderando una organización criminal que buscó impedir la toma de posesión de Lula a través de bloqueos de carreteras, protestas frente a cuarteles militares e incluso planes para asesinar al presidente electo, al vicepresidente Geraldo Alckmin y al propio Moraes.
La investigación, sustentada por documentos presentados por la Policía Federal, sostiene que los planes comenzaron en 2021, con una campaña para desacreditar el sistema electoral brasileño. Esta operación habría sido impulsada desde el llamado “gabinete del odio”, un grupo dentro del Palacio de Planalto dedicado a la difusión de desinformación.
Tras las elecciones, el complot habría escalado con reuniones clandestinas, borradores de decretos para intervenir el Poder Judicial y una ofensiva final que culminó con el asalto a las sedes de los tres poderes en Brasilia, el 8 de enero de 2023.
Contexto político y proyecciones
Bolsonaro, actualmente en arresto domiciliario, niega todas las acusaciones y denuncia una persecución con motivaciones políticas. La defensa aún podría apelar la decisión ante el pleno del STF, compuesto por 11 jueces, aunque en este proceso participa un panel reducido de cinco magistrados para agilizar los plazos.
Los tres jueces restantes que deben emitir su voto —Luiz Fux, Cármen Lúcia y Cristiano Zanin— fueron designados por gobiernos del Partido de los Trabajadores, lo que ha generado críticas desde sectores afines a Bolsonaro. Sin embargo, el fallo dependerá de criterios jurídicos, y no exclusivamente políticos.
En caso de confirmarse la condena y agotarse los recursos, Bolsonaro no sería enviado a una cárcel común. Como militar retirado, podría cumplir su pena en instalaciones especiales como el cuartel general del Ejército en Brasilia, la sede de la Policía Federal, o una unidad militar con régimen de seguridad institucional, conforme a lo dispuesto en el Código de Proceso Penal brasileño.
Reacciones internacionales
El juicio ha generado fuerte impacto político tanto a nivel nacional como internacional. En Estados Unidos, el expresidente Donald Trump calificó el proceso como una “cacería de brujas” y anunció represalias contra Brasil, incluyendo aranceles del 50 %, restricciones de visados y sanciones dirigidas a funcionarios judiciales brasileños.
La abogada y periodista Rosanne D’Agostino, en declaraciones a CNN, afirmó que la probabilidad de absolución de Bolsonaro es muy baja: “Las pruebas presentadas por la Fiscalía han sido consideradas contundentes por el Supremo Tribunal Federal, especialmente en relación con los actos del 8 de enero”.
Una vez concluida la fase de votación, los jueces discutirán las sentencias individuales para Bolsonaro y los siete exministros y asesores también procesados como parte del supuesto “centro neurálgico” de la organización criminal.